Severn Cullis-Suzuki tenía solo doce años cuando se dirigió al mundo entero:
¿Qué le estamos haciendo a la Tierra, nuestro hogar? ¿Hasta dónde puede llegar
la codicia del ser humano? La pequeña Severn sonrojó a los dirigentes mundiales
y les pidió que fueran coherentes, que sus actos ref lejaran sus palabras.
Un discurso emotivo, lleno de verdades tan sencillas como reveladoras, y hoy
todavía más vigente que cuando se pronunció.