No es fácil responder a la pregunta de quién era realmente el general Manuel-Fernández Silvestre Pantinga. Convertido durante su vida en una leyenda, y tras su muerte en una víctima propiciatoria, Silvestre no ha pasado a la historia como el caudillo militar que logró la pacificación de Marruecos, sino como el causante de la mayor catástrofe militar de un ejército colonial y como origen de la puesta en cuestión de las acciones de Alfonso XIII en relación con el problema de Marruecos, que desencadenó la crisis que dio fin a la monarquía restaurada en 1875.
Pero con independencia del juicio sobre sus últimos días, Silvestre fue un líder indiscutible, un militar carismático, aparentemente áspero y duro, pero de trato bondadoso, siempre preocupado por el bienestar de sus soldados, honrado y de firmes convicciones. Se puede dudar de que su decisión de no sobrevivir a la derrota fuera la más adecuada, pero, en cualquier caso, su trágica figura merece el respeto debido a los que han sucumbido a un destino adverso.
Manuel Serrano nos descubre, en una de las biografías sobre el general Silvestre más reveladoras, aspectos de su vida y su personalidad, así como de sus posibles motivaciones, más allá de la resonancia que tuvo el desastre de Annual, que por desgracia propició que numerosos contemporáneos del general y estudiosos posteriores nos hayan dejado un retrato demasiado superficial del valiente militar. En general, hay coincidencia en sus rasgos más característicos, pero el conjunto de los que le conocieron bien y de los que lo trataron no dejan de señalar rasgos que matizan la imagen pública de un hombre del que se suelen destacar sus aspectos más propicios a la caricatura.