Jorge Dezcallar quiso ser diplomático desde muy pequeño, fascinado como estaba por las historias que le contaba su tío, el embajador Guillermo Nadal, y por las lecturas de Emilio Salgari. Sus sueños se colmaron con creces y la carrera diplomática de Jorge Dezcallar es casi una vuelta al mundo, con escenarios de actuación tan diversos como Nigeria, Florida, Polonia, Nueva York, Uruguay, África del Norte y el Frente Polisario, la Botsuana del «negro de Banyoles» o el establecimiento de relaciones diplomáticas entre España e Israel. Los apuntes y recuerdos de Jorge Dezcallar incluyen sus años como embajador en el Vaticano; en Líbano, tras el asesinato del anterior mandatario español Pedro de Arístegui, o su misión en Estados Unidos y la participación en la conferencia de Dayton de pacificación de los Balcanes. Dezcallar, que no pertenece a ningún partido y ha tenido cargos de importancia bajo los mandatos de González, Aznar, Zapatero y Rajoy, fue además director del Centro Nacional de Inteligencia, los servicios secretos españoles, justo durante el período en que se produjeron los atentados terroristas del 11 de marzo de 2004. A él le cupo la responsabilidad de las primeras y decisivas investigaciones sobre aquellos brutales atentados, cuya gestión por parte del Gobierno recuerda en este libro, sin ahorrar críticas a quienes a su juicio ocultaron información y pretendieron ponerle al servicio de una estrategia no de Estado sino de partido.
Jorge Dezcallar quiso ser diplomático desde muy pequeño, fascinado como estaba por las historias que le contaba su tío, el embajador Guillermo Nadal, y por las lecturas de Emilio Salgari. Sus sueños se colmaron con creces y la carrera diplomática de Jorge Dezcallar es casi una vuelta al mundo, con escenarios de actuación tan diversos como Nigeria, Florida, Polonia, Nueva York, Uruguay, África del Norte y el Frente Polisario, la Botsuana del «negro de Banyoles» o el establecimiento de relaciones diplomáticas entre España e Israel. Los apuntes y recuerdos de Jorge Dezcallar incluyen sus años como embajador en el Vaticano; en Líbano, tras el asesinato del anterior mandatario español Pedro de Arístegui, o su misión en Estados Unidos y la participación en la conferencia de Dayton de pacificación de los Balcanes. Dezcallar, que no pertenece a ningún partido y ha tenido cargos de importancia bajo los mandatos de González, Aznar, Zapatero y Rajoy, fue además director del Centro Nacional de Inteligencia, los servicios secretos españoles, justo durante el período en que se produjeron los atentados terroristas del 11 de marzo de 2004. A él le cupo la responsabilidad de las primeras y decisivas investigaciones sobre aquellos brutales atentados, cuya gestión por parte del Gobierno recuerda en este libro, sin ahorrar críticas a quienes a su juicio ocultaron información y pretendieron ponerle al servicio de una estrategia no de Estado sino de partido.