Francia y la poesía fueron los primeros grandes amores de Stefan Zweig, que jamás amó nada tanto como hacer emerger a un poeta de su «aparente oscuridad».
A petición del editor berlinés Schuster & Löffler, el joven escritor compuso una breve monografía sobre Paul Verlaine.
Esa pequeña joya se publicó en 1905 ilustrada con documentos reproducidos en la presente edición.