«Jerusalem vuelve loco», escribe Luis Reyes Blanc al comienzo del libro. Muchos peregrinos han quedado literalmente trastornados «ante la sobrecarga espiritual que flota en el ambiente, ante tanta religión, ideología, historia, mitología, concentradas en cada piedra de esta ciudad». No hay recodo de Jerusalem que no entrañe una evocación de matanzas, milagros y conquistas. Pero no se trata sólo de la arqueología. En Palestina la historia es un «campo de batalla» y cada metro cuadrado es objeto de enrevesadas disputas.
Luis Reyes Blanc, voluntario en un kibbutz en los años setenta y enviado de la Unión Europea en las primeras elecciones palestinas de 1996, conduce al lector por Jerusalem con una capacidad descriptiva que le permitió obtener el Premio Grandes Viajeros 1999.