Este poemario sabe a mentiras bajo una palmera, a dolor del que marca, a lágrimas dulces, a noches sin dormir, a corazón abierto.
El conjunto perfecto de sentimientos para olvidar a alguien.
Escribimos para escupir dolor hasta que escupimos tanto que la se nos queda seca y ya no queda más que el folio en blanco.
En este libro sucede exactamente eso.
Estuve escribiendo hasta que esa persona dejó de importarme.
Y entonces me di cuenta de que lo había logrado, de que ya no la necesitaba: cuando ya no tinta nada.