Árboles, arbustos, plantas, el eco del cantar de los pájaros, el sonido del viento… Todo ello lo refleja a la perfección Noelia Velasco en su nuevo libro, “En la vereda” (Tundra Ediciones). Un paseo por el bosque para disfrutar y emocionarse con la naturaleza, para respirar, contemplar, crecer, caminar y sentir. Como ya hiciera en “Una ventana al bosque” (Desnivel), con el que ganó el Premio Desnivel, la escritora avilesina vuelve a meternos de lleno en el bosque y a relacionarnos con todos los seres que en él habitan.
Las andaduras y pasión de Velasco por el bosque y la naturaleza viene de muchos años atrás. “Desde pequeña iba mucho a entornos forestales con mi familia, mis padres eran más de montaña que de playa, crecí de manera muy libre. Con 11 años ya guiaba a todos mis amigos por la naturaleza, me los llevaba de ruta… De aquella mi brújula interna funcionaba muy bien, iba sin mapas”, explicó. El bosque como terapia. “Me cogía la bicicleta y me iba al bosque sola. Me sentaba debajo de un árbol, no había móviles… ahí pasaba las horas observando y en silencio”, dijo orgullosa.
A raíz de esta pasión por la naturaleza brota la semilla literaria. “Mi anterior libro surgió en una época de crisis existencial, en una de esas noches oscuras del alma que tenemos a veces los seres humanos… “En la vereda” nace este mes de agosto, con una editorial que es un referente para mí, me propusieron escribirlo para incluirlo en su Colección Paseos. No tenía claro de que bosque escribir, pero al final me fui al lado de casa, al bosque de la Pontona (Piedras Blancas), porque es donde empecé como guía de naturaleza, le debo mucho aprendizaje y comprensión”, detalló emocinada.
En esta colección de la editorial Tundra todos los libros llevan un pájaro en la portada. “En mi caso es un arrendajo. Son aves muy esquivas, y estos años no le veía mucho por el trabajo (Museo Evaristo Valle de Gijón). Un día, nada más entrar me lo encontré, y varias plumas suyas en tres sitios diferentes… Por eso lo escogí. Es un pájaro muy importante en el bosque, es el que extiende las semillas, el que ayuda a que el bosque avance más y más”, comentó. Un hábitat que llega a relacionarse con el mar. “En la naturaleza todo esta interrelacionado. Cuando nos relacionamos con el paisaje tienen diferentes formas de comunicarse con nosotros. Por ejemplo, a mí el mar me inspira unas cosas y la montaña otras. El mar es como la alta montaña, es la apertura absoluta, es la invitación a ir más allá de ti. Y el bosque para mí es el abrazo, es el lugar donde me siento segura”, reconoció Noelia Velasco.
Precisamente la seguridad es uno de los temas que más preocupa para el futuro de los bosques. ¿Estarían mejor los bosques sin las personas? “No, tajantemente no. Están mejor con los seres humanos haciendo lo que tienen que hacer y estando como se tiene que estar en la naturaleza. Nos hemos relacionado toda la vida con el bosque. Somos parte de la naturaleza, somos parte del bosque”, comentó. Dentro de este ecosistema encontramos todo tipo de árboles, y cada uno tiene su significado o cualidad. “Cada árbol es único, tiene su aporte individualizado que está relacionado con cómo y dónde ha crecido. Espino albar: árbol de las hadas, olerlo en primavera es una de las mejores experiencias. Aliso: está muy presente en este libro, el protector del agua, aporta la fluidez… Tilo: el árbol de la paz, es relajante, una de las siluetas más bonitas de la naturaleza. Platanero: nos transmiten su fecundidad; el arce es prodigioso. Sauce llorón: refleja la adaptación, crecen en lugares con mucho viento, que los azota y no los derrumba. Sauco: es muy especial en Asturias, es muy mágico; la naturaleza todo lo que crea tiene un propósito, no hay nada de deshecho. Roble: es un árbol celta, donde se reunían antes en los pueblos; representa la ley, es la lealtad, fortaleza… Acebo: el árbol de la luz”, explicó Velasco.
El público presente quiso añadir algún árbol especial más, como la haya. “Representa el compañerismo, la amistad. Bajo el suelo comparten los nutrientes. Las más grandes se encargan de abastecer a las más pequeñas o a las que están enfermas. Es muy maternal, ese abrazo, cobijo, cuidado…”, señaló. “Todos los seres nos parecemos más de lo que pensamos”, finalizó.