Fue un reencuentro de lo más especial. Regresó Rafa Caunedo al espacio cultural de La Pilarica para presentar su última novela, El otro yo (Destino) y para dialogar y compartir experiencias literarias con las integrantes del Club de lectura de la librería, con Core Muñiz como maestra de ceremonias. En este trabajo el escritor madrileño habla acerca de las imposturas de la vida, que van atrapando y envolviendo al protagonista, el hijo de un prestigioso escritor que acaba de llegar a la política como Ministro de Cultura. Una novela inquietante, vertiginosa y que atrapa al lector desde el principio. Toda una historia de mentiras, engaños y manipulación.
- ¿Cómo surge la idea del libro?
Para cada novela elijo un tema, una historia que quiero contar. En otras ha sido la ELA, el cambio de vida… y en esta me apeteció hablar sobre las mentiras. Estuve valorando distintas mentiras y me gustó mucho la idea de la suplantación de la identidad. En ese momento estaba con mi padre pasando un proceso de Alzheimer y se me cruzó la idea de suplantar la personalidad de alguien que además no se puede defender. A partir de ahí empecé a armar una historia, tenía una base de la que partir y un final al que dirigirme, y en medio fui añadiendo una serie de personajes. La base fueron las mentiras y la suplantación de la identidad.
- ¿Serías capaz de hacer como el protagonista? Mentir, lograr premios en nombre de otra persona…
A este nivel yo creo que no, aunque nunca se sabe el futuro donde nos puede llevar… A nivel personal, no. Hay una ética y una moral, hay una serie de líneas rojas que yo mismo me marco, que cada uno deberíamos marcárnoslas y no sobrepasarlas. El protagonista toma la decisión de sobrepasarlas porque no mide las consecuencias. Él cree que lo que va a ocurrir no va a molestar a nadie, va a medir mal… En definitiva, es una historia que mezcla secretos y mentiras. A nivel literario esta combinación me pareció muy sugerente para que enganchara.
- Además también está la política de por medio…
Eso me costó, porque tenía que elegir quién iba a canalizar esos secretos, si un deportista, un profesor…. y pensé en alguien que de una manera fortuita termina formando parte de un gobierno por su vinculación con el que va a ser Presidente del Gobierno. Luego analizándolo pensé que está muy bien que sea un político porque es un trabajo en el que estás expuesto a todo, desde el primer momento te están observando, tanto para hacerte crecer como para hundirte en la miseria. Mi manera de escribir es como envolvente; va cada vez a más, no hay un bajón de ritmo… y eso es lo que le ocurre al protagonista, que las complicaciones en las que se va metiendo van a más y cada vez son mayores.
- El Alzheimer es otro de los temas que tocas en la novela…
Aparece de una tangencial, está presente pero no muestro lo desagradable que puede llegar a ser en el sentido de dramático.
- ¿Somos así la sociedad de hoy en día? De engañar, falsedades…
No hay nadie perfecto, no hay nadie que tenga el derecho de la excelencia moral. Todos tenemos nuestros errores, nuestros fallos… Tenemos nuestra intimidad, nuestro mundo interior, nuestros secretos… Tener secretos no necesariamente tiene que ser algo malo, son cosas tuyas, personales… García Márquez decía que “tenemos una vida pública, una vida privada y una vida secreta”. Esa parte me gusta trabajarla en las novelas porque hago al lector cómplice de esos secretos y es el único que sabe lo que está pasando de verdad.
- En cierta parte, hace pensar al lector en los secretos que uno tiene…
Puedes analizarte, pensar en ti… la literatura está un poco para eso. En algunas historias que lees te ves reflejado, te hace pensar, recapacitas… Te hace pensar si en alguna ocasión te estás engañando a ti mismo, que es la peor de las mentiras, en creerte algo que no eres. Ahora que tenemos este mundo de las redes sociales, que es la gran mentira o una verdad parcial, más bien. El mundo de las mentiras y secretos es tan seductor, es tan agradable pensar en ello que para mi ha sido un placer escribir esta novela.