Nuestro protagonista de hoy no necesita presentación. Es uno de los científicos más reconocidos a nivel mundial y el más citado en el ámbito nacional; ha cosechado numerosos y prestigiosos premios como el Premio Nacional de Investigación Santiago Ramón y Cajal en el área de Biología o el Premio Internacional de Investigación Oncológica Científica y Técnica-Fundación la Rosaleda. También fue investido Doctor Honoris Causa por la Universidad de Zaragoza o Chile, y fue nombrado Hijo Adoptivo de Asturias. Estamos hablando de Carlos López-Otín, que acudió fiel a su cita con la gente de Mieres para presentar su nuevo libro, “La levedad de las libélulas” (Paidós), en un acto organizado por La Pilarica (en colaboración con el Aula de Cultura de El Comercio y la Conceyalía de Cultura de Mieres), que tuvo lugar en el Auditorio Teodoro Cuesta. En la actualidad continúa con sus investigaciones, tan importantes para la salud de millones de personas en todo el mundo, en la ciudad de París.
- En otra ocasión le había preguntado por qué había elegido Oviedo para desarrollar sus actividades, ahora le pregunto, ¿por qué París?
Porque allí encontré la serenidad, el silencio y la esperanza necesarias para recuperar las ganas de seguir trabajando, investigando, pensando y escribiendo.
- Este es su quinto libro, ¿dónde encuentra uno la motivación para escribir?
En realidad tardo muy poco en escribir un libro, en comparación con un artículo científico que puede llevar años su escritura… Me resulta fácil una vez que me pongo a escribir, pero antes he pensado mucho en ellos.
- ¿Por qué las libélulas?
Es una metáfora que surge de la idea de que las libélulas son criaturas muy antiguas, pero con grandes dones, son capaces de volar en todas las direcciones. Representan el equilibrio, son muy perseverantes porque desde que se depositan los huevos hasta que se produce la eclosión y metamorfosis pueden pasar hasta cinco años, y luego en dos meses tienen que resolver su vida. Nosotros somos algo parecido, somos poseedores de muchísimos dones, uno de ellos es que parece que somos capaces de todo y, sin embargo seguimos siendo frágiles y vulnerables como ellas.
- Investiga cómo mejorar la salud de las personas, pero luego llega una Dana y acaba con todo en segundos… ¿cuál es el mensaje que esto nos deja?
Que pese a todos los avances tecnológicos seguimos siendo muy frágiles. El mensaje es que necesitamos un poco más de humildad para no sucumbir a la arrogancia, que rima con ignorancia.
- Otra enfermedad que se lleva muchas vidas es la salud mental, ¿cuán de importante es?
La evolución cultural ha llevado a las sociedades a crear un mundo basado en la competitividad, en la ambición, en la falta de empatía, en la pérdida de solidaridad genuina… y esto cuando alguien recibe un exceso de daño emocional pues no nos queda otra solución que naufragar. Ante eso hay que buscar alternativas y soluciones, tanto personales como sociales.
- Este podría ser un tema para alguna de sus publicaciones, ¿ya piensa en próximos libros?
Siempre pienso que este es mi último libro, mi última conferencia, mi último día… No me marco nunca ninguna meta, nunca. Yo sigo: trabajo, escribo, hago artículos científicos que son muy importantes para lo que quiero expresar y cuando acabe tal vez escriba algún otro libro.
- ¿Y qué le diría a un chaval que empieza en esto de la ciencia o en cualquier ámbito de la vida?
Que no espere grandes prodigios, nada es lo mejor del mundo, que siga su camino. La mejor manera que tengo yo de ver el paso del tiempo para las personas jóvenes es que mantengan la curiosidad, porque la curiosidad nos sigue abriendo todas las ventanas hacia el futuro. Que la curiosidad te acompañe.