La transición ecológica en curso será muy larga y complicada. Debemos escoger entre invertir un 20% del PIB mundial en la transición, decrecer voluntariamente (o colapsar involuntariamente) o renunciar al objetivo climático y fiar así el mundo al destino, devolviéndole a los dioses lo que la modernidad quiso quitarles.
He aquí el trilema en torno al cual gira este breve y fascinante ensayo.