Dos breves textos que trazan un retrato de los rostros múltiples pero intercambiables de la opresión; una genealogía de algunos de los conictos que aún hoy nos sacuden. En A lo lejos el cielo del sur, Joseph Andras empieza a andar por París persiguiendo a un fantasma; el de Nguyên Ai Quôc, un joven vietnamita que llegó a la ciudad en 1917, o en 1918, puede incluso que en 1919, y cuyo nombre han olvidado los mismos que recuerdan el nombre que tomó más adelante: Ho Chi Minh, líder independentista y emblema del comunismo. Mientras busca al rebelde que precedió al revolucionario, Andras rescata al hombre, con sus fracasos y titubeos, y rechaza al héroe, la figura en blanco y negro; y, en el París de los chalecos amarillos, las huellas que encuentra (en archivos, en edificios antiguos, en placas en calles poco transitadas) se mezclan con las huellas de otras luchas.En Así les hacemos la guerra (el segundo de los dos títulos que incluye este volumen) las luchas son distintas, pero en realidad son las mismas, aunque, a modo de los tres episodios de un tríptico, se extiendan a lo largo de varios países y de un siglo