El amor es tan caprichoso como vulnerable. Tal vez por este motivo pueda desbaratarse el muro de la edad, y permitir que una mujer de 38 años y un hombre de 63 abandonen su círculo de confort y penetren en un territorio de arenas movedizas. Veinticinco años de diferencia bien pueden ajustar una escena para dos actores que aún no han aprendido bien el texto. En la habitación 143 ya no será posible ningún disimulo. 240 minutos para contestarse el porqué de su decisión. Allí los dos se desnudarán la piel y los sentimientos. Pero el destino más inmediato jugará con otras cartas que nadie podría suponer.