En cualquier campaña electoral, solo uno triunfa. El resto no llega a la meta. Y seguramente todos han puesto lo mejor de sí; se han esforzado, han invertido, han soñado, han trabajado. Pero es inevitable: todos pierden menos uno. Y perder duele. Duele mucho. La derrota es la escena más temida por los candidatos y sus equipos de campaña. ¿Dónde perdimos La pregunta salta de inmediato. ¿En los medios de comunicación ¿En alguna ciudad o distrito importante ¿En algún segmento clave de la población ¿En el contacto persona a persona ¿En las redes sociales ¿En la calle No. Perdimos en el cerebro del votante. Como en el mito del Minotauro, la mente del votante es un oscuro laberinto. Los mensajes políticos se extravían dentro de ese laberinto. Las campañas más efectivas serán aquellas que logren que su mensaje perviva y encuentre la salida hacia la urna electoral. El camino va del cerebro que siente, analiza y decide a la mano que deposita la hoja de votación. ¿Qué debe hacer una campaña electoral para lograrlo Debe darle señales al cerebro del votante. Señales que lo guíen hacia el voto. Son básicamente siete los