Desde hace años, hemos identificado la felicidad con la ausencia de frustraciones. Pero educar consiste en frustrar desde el amor a nuestros hijos para que se conviertan en seres responsables, autónomos y con autoestima.
Para cuidar la salud mental de los menores es fundamental que encuentren adultos en los que apoyarse: adultos que puedan decir «no» sin sentirse culpables.