Tras una época de precariedad y batallas, Arturo ha logrado instaurar la paz entre los reinos britanos, y todo parece apuntar a una felicidad perpetua: el trono de Mordred está a salvo, Ginebra lleva en sus entrañas al hijo de Arturo y Lancelot está a punto de casarse.
Pero Arturo, tan bravo como arrogante, decide desdeñar la influencia de los caprichosos dioses paganos y de su aliado Merlín, mientras éste, por su parte, trata de reunir los trece objetos sagrados esparcidos por toda Britania para restituir el imperio del caos y expulsar a los sajones. Tal vez porque la magia existe, siempre que haya quien crea en ella. Pero, así las cosas, ¿llegarán a imperar en algún momento el bien y el orden?
Los sufrimientos de Arturo parecen no tener fin, sus adversarios son tenaces, pero en esta segunda entrega de las "Crónicas del Señor de la Guerra" el rey persevera en el cumplimiento de los altos ideales de la moral caballeresca.
Con su proverbial realismo, Cornwell reproduce el choque de religiones, la creación de un nuevo modo de entrentarse al mundo tras la caída del Impero romano