Soluciones reales al fin de los combustibles y al crecimiento infinito que acabará con los recursos naturales.
La producción de todos los líquidos del petróleo alcanzó su máximo en 2018 y desde entonces ha comenzado un descenso lento que se acelerará en los próximos años por la falta de inversión de las compañías petroleras. Este hito histórico, consecuencia del agotamiento geológico del planeta, marca el inicio de una nueva era, la de la progresiva escasez de todo tipo de recursos no renovables, tanto energéticos como materiales. La fuerte apuesta actual por la transición renovable tiene mucho más intento de paliar el declive energético que de combatir el cambio climático, aunque sin duda sería útil para esto último. No obstante, el desastre de la gran industria eólica, las crecientes restricciones a la producción fotovoltaica y la continua caída del consumo eléctrico desde 2008 transmiten un mensaje inequívoco: este modelo de transición no funciona. No solo eso: Europa ha entrado en una espiral de destrucción industrial acelerada que puede tener consecuencias funestas para nuestro futuro.