Un antilibro de autoayuda que propone la esperanza inteligente como mejor arma para afrontar el futuro sin subestimar el presente ni obviar el pasado.La industria del pensamiento ha substituido la idea de esperanza por un término menos intrigante y más sencillo de manejar: el optimismo. Un optimismo que no solo aparece en la autoayuda y en la alta filosofía sino que es, para Eagleton, el nervio de la religión dominante en Europa: el cristianismo.En un virtuoso ejercicio de erudición, seriedad y humor, Terry Eagleton distingue la esperanza del ingenuo y ensimismado optimismo, de la jovialidad, del idealismo o de la adhesión a la doctrina del progreso.Eagleton propone, en cambio, un enfoque de la esperanza que requiere reflexión y compromiso, que surge de la lúdica racionalidad, que debe ser cultivado mediante la práctica y la autodisciplina, y que reconoce el fracaso y la derrota pero se niega a capitular ante estos.Terry Eagleton indaga en el concepto de esperanza tal como ha sido (a menudo erróneamente) conceptualizado durante más de seis milenios, desde la antigua Grecia hasta nuestros días, de los estoicos a Zizek pasando por Santo Tomás de Aquino, Kierkegaard, Marx, Bloch y Benjamin.Esperanza sin optimismo es una brillante y comprometida crónica apasionada de la creencia humana y el deseo en un mundo cada vez más incierto.
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Un libro contra el optimismo infundado y la felicidad obligatoria
En un virtuoso ejercicio de erudición, seriedad y humor, Terry Eagleton distingue la esperanza del ingenuo y ensimismado optimismo, de la jovialidad, del idealismo o de la adhesión a la doctrina del progreso.
La industria del pensamiento ha substituido la idea de esperanza por un término menos intrigante y más sencillo de manejar: el optimismo. Un optimismo que no solo aparece en la autoayuda y en la alta filosofía sino que es, para Eagleton, el nervio de la religión dominante en Europa: el cristianismo.
Frente a eso, Eagleton propone la esperanza, que requiere reflexión y compromiso, que surge de la lúcida racionalidad, que debe ser cultivado mediante la práctica y la autodisciplina, y que reconoce el fracaso y la derrota pero se niega a capitular ante ellos. Este libro indaga en el concepto tal como ha sido (a menudo erróneamente) conceptualizado durante más de seis milenios, desde la antigua Grecia hasta nuestros días, de los estoicos a Zizek pasando por Santo Tomás de Aquino, Kierkegaard, Marx, Bloch y Benjamin.