El autor que nos legó este breve texto, hace referencia a que no pensó en un público en exceso ilustrado, no quería hacer una obra maestra de género científico, de alta literatura y lenguaje rebuscado, sino como una muestra que pudiera alcanzar al mayor número de lectores, sin importar su nivel previo, su bagaje cultural.
La tierra de Boñar que aquí se describe, no es una tierra que destaque por tener una extrema belleza, ni ser de esos parajes que se reseñen en todos los lugares, pero sí porque ofrece por su aspecto topográfico serias y profundas consideraciones al geólogo. Los capítulos se denominan observaciones, puesto que el autor no se considera un erudito de la materia, sino un mero observador de los fenómenos naturales de la zona.
Al final del libro, se incluye un apéndice de algunos de los documentos que se citan en esta interesante historia.