Historias somalíes es el diario o recuento de un personaje instalado en la periferia del barrio, en la lejanía crítica de quien se sabe (con razón) ajeno, pero sin olvidar que sus palabras son las de todos, y que gracias a ellas está a un tiempo dentro y fuera del mundo. Como todo diario, es un diálogo con el otro que llevamos dentro, hecho de las palabras y objetos que compartimos con el mundo, pero que también nos separan de él, porque los combinamos de modo diverso. No importa lo que se nombra: importa el modo en que se nombra; importa el fraseo, la 'melodía de fragmentos'.'Madura en el subsuelo'. En este verso de Octavio Paz parecen resumirse ciertos motivos recurrentes de Historias somalíes: barbecho, paciencia, lentitud, blues. Madura en el subsuelo, la obra de Fernando Menéndez, su labor secreta en los baldíos del lenguaje, en el pedazo de tierra que nadie quiere o advierte pero que acabará siendo huerta, edén. Madura en el subsuelo, la palabra que mina la raíz de la costumbre y hace tropezar al que camina. Asombra, sí, que esta persistencia sea hija del descreimiento, pero descreer es también una certeza, una seguridad que irradia su calor escaso en las manos. Página actualizada el 14.2.2002