En el cuento, inicialmente oral y con el tiempo materializado mediante la escritura, están las raíces de la complejidad de nuestro lenguaje y de todos los mitos y arquetipos que componen nuestro sustrato imaginario, tan importante para solidificar nuestras actitudes y sentimientos. El cuento no es algo banal, prescindible, sino sustantivo, decisivo, para explicar y comprender nuestra personalidad. Y su belleza, como se expresa en este libro, está precisamente en la brevedad, la intensidad y condensación, la concentración dramática, la concisión y depuración expresiva, la rapidez. Sin el cuento, núcleo determinante de la ficción, nuestra especie, en numerosos aspectos, no sería lo que es.