La protagonista de esta historia piensa que el loro es un animal extraordinario: hace trucos y repite palabras
pero no es una pantera. Y un gato podría tener el mismo color negro y sedoso
¡pero tampoco es una pantera! Con humor y encanto, esta niña defiende y concilia su deseo por una pantera que acune a sus amigos entre sus potentes patas.
«Una pantera me acompañaría sigilosa y calladita a casa de mi amiga. Una pantera no temblaría ante esos bravucones de la escuela»