Urbano Expósito, guionista inédito, quisiera estar seguro de querer lo que quiere. Tino, en cambio, tiene claro que quiere lo que quiere. Selmo, en fin, quiere que lo quieran. Vidas diferentes, cada una apunta un recorrido propio, que Urbano, ahora aprendiz de novelista, pretende contar, aunque con un estilo ingenuo y torpe, plagado de recursos cinéfilos. Para entonces, sin embargo, habrá irrumpido en la historia la señora Gladstone, y la narración se encauza, se transforma, se convierte en algo nuevo, inesperado y, a la postre, misterioso; pero también terrible.Sal no deja de sorprender desde la primera línea y hasta el final, donde se encuentra la luz que lo ilumina todo. Bastará leer un par de páginas al azar para advertir una prosa rica y distinta, pero en esta novela hay muchas cosas más: personajes de carne y hueso, historias formidables, reflexión y metaliteratura, y, sobre todo, una mirada tierna y desconsolada sobre el ser humano en estos tiempos que algún filósofo calificó de líquidos.