Yo pienso darles esperanza,
dejarlos que acerquen las manos
al ataúd, hacerme el muerto,
y cuando las lágrimas salgan
de sus ojos de cocodrilo
resucitar cantando el canto,
el mismo canto que canté:
el que voy a seguir cantando
hasta que estos hijos de puta
resuelvan darse por vencidos
y acepten lo que se merecen:
un cementerio de papel.
«En Fin de mundo Neruda especifica sus filias y sus fobias. Nada de lo humano le es ajeno, y todas las imágenes,
con sus absoluciones y condenas, parecen llegarle simultáneamente.»
CARLOS MONSIVÁIS