«Podrá detenerme, pero nunca me atrapará.» Así finaliza el nuevo mensaje que el comisario Jan Fabel acaba de recibir de parte de alguien que firma como Hijo de Sven. Es el segundo comunicado de este misterioso personaje, y otra vez anuncia un crimen macabro: dos mujeres han muerto asesinadas de la misma manera, con los pulmones rasgados, como si se tratara de un terrible ritual donde lo sagrado y lo monstruoso se dan la mano. El comisario Fabel debe resolver las numerosas incógnitas que el caso propone antes de que el asesino vuelva a actuar. Pero éste no ha dejado rastro alguno, ni parece haber relación entre una víctima y otra, ni un móvil claro. Tan sólo una pista que conduce a la extraña pervivencia de un culto vikingo, a la comunión de supersticiones antiguas y modernas ideologías sanguinarias, en las que el mal es la ley. En su primera novela, Craig Russell nos sumerge en una trama de misterio que no da descanso, y nos conduce por una Hamburgo convertida en un escenario fantasmagórico y violento de la mano de un nuevo héroe detectivesco, Jan Fabel, mitad policía, mitad historiador.
En Muerte en Hamburgo, Craig Russell nos presenta a un nuevo detective, Jan Fabel, mitad escocés, mitad alemán, un hombre con consciencia e imaginación. Russell ha creado también un escenario rico en texturas, donde la ciudad de Hamburgo juega un rol central, una ciudad llena de contrastes y sombras. En la primera de seis novelas planificadas y desarrolladas en la ciudad alemana de Hamburgo, el Hauptkommissar Jan Fabel investiga una serie de violentos asesinatos. En todas las víctimas, los pulmones han sido extraídos de los cuerpos, imitando así, un antiguo rito vikingo. Mientras Fabel avanza en la investigación, va quedando claro que se trata de algo mucho mas complejo que el trabajo de un simple psicópata; está sucediendo una historia compleja y extraordinariamente desarrollada.