Los monasterios medievales, a través de sus archivos, dan nombre y voz a las sociedades del pasado. Cornellana, en Asturias, fue uno de esos monasterios; y su pergamino más antiguo, fechado en el año 1024, permite saber que fue una mujer la que promovió aquella modesta fundación monástica junto al río Narcea. La conmemoración del milenario de aquel acto ha sido el motor de esta investigación, que presenta una síntesis documentada de su trayectoria, desde sus orígenes hasta el final de la Edad Media. El libro analiza cómo se ha ido tejiendo la memoria del monasterio a lo largo de los últimos siglos, pues fue necesario recuperar el recuerdo de la fundadora a través de sus documentos. A partir de ahí se explica el patrocinio regio y aristocrático de su primera etapa, y luego su consolidación como monasterio benedictino masculino. Se dedica especial atención a sus relaciones europeas en los tiempos en que estuvo vinculado a la congregación de Cluny, en Borgoña; y al protagonismo de la abadía como gran propietario y señor en el espacio centro-occidental de Asturias. La construcción del conjunto románico y el rico trasfondo cultural de sus inscripciones en piedra han sido objeto también de atención particularizada. En fin, la separación de la orden cluniacense abrió las puertas a la última fase de la historia medieval del monasterio, que estuvo marcada por el protagonismo violento de la aristocracia local, y que concluyó con su integración en 1536 en la congregación de San Benito de Valladolid.